A causa de la Covid 19 los Encuentros de madres de LBL se harán on line. Permanece atenta a nuestras redes

domingo, 14 de octubre de 2012

Las palabras de los Encuentros de Mujeres

 
 

Una vez llegada a casa después de mi estancia en Palma de Mallorca, como siempre me encuentro agradecida por haber compartido con estas mujeres fuertes y bravas unas horas. Las mujeres nos atrevemos a contar nuestra historia, la que creíamos llevar a cuestas y nos mostramos vulnerables y podemos enseñar las llagas que sangran cuando nos reunimos en círculo y dejamos que el peso que nos retenía, se suelte. A veces produce miedo o temor escuchar la verdad sin disfraces, el dolor sin máscaras, la vida sin finales felices.
Nos educan para que vivamos en una especie de Euro Disney lleno de mágicos castillos de cartón piedra y personajes de gomaespuma. Cuando nos situamos frente a la Vida, tal cual la viven sus protagonistas y no hay algodón de azúcar ni disfraz, nos echamos a temblar. Pero a mi, cada día más, me sana escuchar las heridas de mis hermanas cuando con una fuerza inusitada se disponen a revelarse en medio de una habitación llena de desconocidas. Cada una en su medida, cada una con su intención y su atención, cada una con su historia personal y sus desafíos. En los Encuentros, lo que encontramos es el espacio, el acogedor centro de una tribu que calla, escucha y sostiene las emociones más descarnadas, la desnudez de las almas que se saben, en el fondo, grandes y poderosas, que se vislumbran vacías y libres.
Muchas mujeres escogen este espacio para desvelar los dramas más secretos, las terribles consecuencias de tiempos pasados, para narrar sus pesadillas y llenar de luz con el aire del aliento su propia experiencia. Desde incestos a abandonos, desde una maternidad frustrada a la soledad, desde la infancia aplastada hasta una sexualidad dormida... todo cabe en nuestro espacio de luz. Lo que nunca antes se había contado puede ser dicho y nombrado. Lo que no se expresa por educación puede ser comprendido. Lo que siempre se ha ocultado puede al fin ver la luz.
Porque no hay nada más doloroso que el silencio, que la oscuridad, que el dolor enterrado en el pecho. Hablar, expresar, sacudirse, gritar, llorar... anteceden al reír, disfrutar, jugar, saberse merecedoras de amor, danzar, aligerar o soñar con el que solemos finalizar. Una parte de la máscara ha caído, al fin, y nos permite ver con más acierto el resto de la existencia. Mientras queden historias por contar, las mujeres en círculo sostendremos las palabras que quieren ser dichas con el respeto de saber que en nuestro cuerpo podríamos sentir lo que ella siente. Seguiremos compartiendo las lágrimas y las sonrisas. Seguiremos mirando la Vida de frente, sin idealizaciones ni dramas, sin decorados ni algodones.
Gracias por vuestra voz.

(Encontrado en un blog amigo. Estamos a la búsqueda de su dirección. Pronto os la haremos saber. Perdonad las molestias)