10 años desde que nació mi hijo mayor, aunque yo me sintiera madre antes incluso de concebirle.
10 años de risas y lágrimas, porque seamos sinceras, la maternidad tiene momentos de gran alegría y también está lleno de sombras que en momentos nos ahogan.
10 años en los que he dado teta casi sin parar, ese cordón umbilical de leche materna que nos une a los 4.
Nunca creí que fuera a pasar así, si alguien me lo hubiera dicho cuando mi mayor aún era un bebé de semanas me hubiera reído a carcajadas. Pero la vida va pasando y para mí la opción fácil siempre fue la teta, imposible plantearme destetar porque no creía tener recursos para gestionar mis propias emociones y las de mis criaturas.
Mi opción fue seguir hasta que ya no quisieran más y en momentos me sentí un cero a la izquierda por no escucharme y a momentos me sentía en paz y confiada.
10 años dan para mucho y yo siento que ya he pasado de etapa, que la crianza más visceral queda en el recuerdo y en el corazón. Me siento profundamente agradecida de todo lo vivido y estoy deseosa de poder vivir la siguiente fase, esta vez "soltando su mano al andar y ya de reojo les intentaré cuidar", como dice la canción de Conchita.
Este es el enlace a la canción:
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