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viernes, 4 de septiembre de 2009

"La igualdad mal entendida"


“La igualdad mal entendida” es un breve y excelente artículo de Isabel Fernández del Castillo, la autora del libro del que ya hablaremos: “La revolución del nacimiento“.
Estoy totalmente de acuerdo con sus argumentos y por eso he preferido adjuntar su artículo literal.
Está de moda renegar de la crianza de los bebés (incluso de casi recién nacidos¡¡) en aras de una supuesta liberación femenina que separa a la crías de sus madres y que desconoce (o desprecia) las verdaderas necesidades de los bebés mamíferos.
Carme Chacón, ministra de defensa española, volvió a trabajar a las 6 semanas del parto cuando la baja de maternidad es de 16 y Sarah Palin, en un alarde de comportamiento anti natural, reanudó su puesto de Gobernadora de Alaska a los 3 días de dar a luz a su último hijo con sindrome de down. Y esto no es un hecho anecdótico, porque si todos los bebés necesitan a sus madres como el oxígeno para respirar, la lactancia materna cuando hay síndrome de down garantiza ácidos grasos que aumentan el coeficiente intelectual en unos 5 puntos y esto implica una mayor calidad de vida de estos niños.

Algunos conceptos feministas obsoletos y equivocados están mutilando la verdadera energía femenina y sacrificando a nuestros hijos. Y esto solo perpetua el Sistema patriarcal y lo agrava.
Estas son las palabras de Isabel Fernández del Castillo:
Dice la ministra Fernández de la Vega que reincorporarse al trabajo después de seis semanas de baja maternal (a propósito de la decisión de la ministra de Defensa) es “un modelo a seguir”. Y yo me pregunto: ¿desde qué punto de vista? Psicológicamente, y, más aún, en los primeros tiempos, el vínculo madre-bebé no es igual que el vínculo padre-bebé. Para nada. Aunque sea políticamente incorrectísimo. Lo siento.
Eso sin mencionar el pequeño detalle de la lactancia materna, que debería ser una prioridad de salud pública. Cuando estamos ante un tema de la trascendencia de la maternidad, es importante encontrar otro lenguaje para hablar de la igualdad hombre-mujer, ya que si se hace en unos términos tan lineales y reduccionistas, corremos el riesgo de dejar fuera de la ecuación al bebé, cuyas necesidades -por lo que se ve- al sistema le importan bien poco.

Tener en cuenta las necesidades del bebé no significa dar un paso atrás, significa tener a todos en cuenta, incluido al eslabón más débil, el más necesitado, el que no se puede defender.
Los países más avanzados en materia de derechos de la mujer y de la infancia son también aquellos en los que la mujer juega un papel más activo, tanto social como políticamente. Suecia, por ejemplo, tiene 64 semanas de baja maternal; Noruega, 52; Dinamarca 50; Finlandia, 44. Estos países han comprobado que invertir en promoción de salud -física y mental- acaba por resultar más lógico, más justo… y a la larga más económico. Esos países sí son un modelo a seguir.
En el polo opuesto tenemos a Estados Unidos, donde la baja maternal como tal no existe. Casualmente, EE UU es también el país que vive más a la defensiva, el más violento del mundo, un país donde las escuelas se han visto obligadas a instalar detectores de armas. Hoy se sabe que el vínculo madre-hijo es el sustrato de la misma capacidad de amar, de convivir. Apoyarlo o no tiene una profunda trascendencia social.
No, señora Fernández de la Vega, volver a trabajar a las seis semanas de ser madre no es un modelo a seguir, es una elección personal sobre la que no opino. Pero recomendarlo públicamente… me parece que es no entender nada, y es utilizar a una ministra en concreto para dar una imagen de modernidad falsa y muy mal encaminada.

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