Hace poco
más de un año nacía E. en un precioso parto velado dentro de una piscina de
partos instalada en el salón de nuestra casa.
Quería
contaros, no cómo sucedió el parto en sí, si no qué es lo que nos llevó a
elegir esta opción y no otra.
Tengo dos
hijos varones, el mayor nació en una clínica privada con un ginecólogo. El por qué
de aquella elección es fácil de entender, quería
que la persona que atendiera el parto fuera una cara conocida y poder expresar
mis preferencias en torno al parto antes de que llegara el ansiado momento.
Por desgracia, mi ginecólogo debió olvidar cada uno de mis deseos en el momento
de asistir el nacimiento de A.
Nuestro
segundo hijo, nació en un hospital comarcal que por aquel entonces contaba con
denominación "Amigo de los niños" (actualmente certificación IHAN).
¿Por qué
fue así en esa ocasión? Sencillo, deseaba un parto natural y en ese hospital es
lo que vendían. De nuevo tuve mala suerte y las matronas parecían tener prisa
por terminar.
Ninguna de
las dos experiencias fue satisfactoria para mí. Físicamente estaba todo
correcto, pero el recuerdo que me quedó fue de impotencia, de no sentirme
escuchada ni apoyada, de no haber recibido alternativas ni información, de que ellos hicieron todo por mí y a mí
no me quedó otro remedio que pasar por el aro.
Como
resultado, antes incluso de quedarme embarazada de nuevo, ya sabía que pariría
en casa acompañada de las personas que yo eligiera.
El parto en casa fue una gran experiencia no solo para mí sino también para mi marido y mis hijos
Disfruté de
la libertad de hacerlo a mi manera, de comer, dormir y moverme como necesitaba.
Los tiempos los establecía mi bebé colocándose y descendiendo por el canal de
parto. Las matronas que nos acompañaron las sentí ángeles de la guarda,
confiando, situándose en un papel secundario y dándonos el espacio para ser
nosotras las protagonistas.
El gozo que
nos produjo tal acontecimiento nos sigue emocionando cada vez que lo
recordamos, especialmente mis hijos que lo vivieron como si aquello fuera la
norma y no la excepción.
Con todo
esto venía a resumir el camino recorrido hasta tomar esta decisión, de cómo una
persona que se sentía segura pariendo en una clínica privada pasó a querer
parir en casa. No me arrepiento de ninguna de mis decisiones, solo me da
lastima pensar que mis malas experiencias previas me "empujaran"
a salir del sistema sanitario para que nos respetaran.
Deseo que
toda mujer se sienta escuchada, apoyada y acompañada desde el respeto, sin
juicios ni expectativas. Que cada una disfrute de su parto y que cada bebé sea
recibido con todo el amor y el respeto que merece.
Noemí Martínez.
Noemí Martínez.
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