La primera vez que me preguntaron por nuestra lactancia, mi respuesta fue "6 meses", y mira hasta dónde hemos llegado.
Pero llegadas a este punto, yo ya no quiero más. Ojalá hubieras elegido tú.
Durante
 el día ya llevábamos meses distanciadas y sin amarguras ni problemas. 
Pero ya las noches, que nunca en casi año y medio habían sido 
maravillosas pero descansábamos ambas en ciclos de 2-3 horas, pasaron a
 ser continuas mini-teta-sesiones cada hora o menos. Y eso ha sido lo 
que me ha podido. Agotada, con dolor de espalda de posturas 
imposibles y dolores de cabeza cada vez más habituales; triste por 
dentro, por sentirme mal porque me reclamas y sentir por dentro que me enfado,
 que no quiero... Y no es que sea egoísta, sino que necesito estar bien para
 cuidar de ti. No mereces que no esté al 100% por ti.
Así
 llegó el día, bueno la noche, en que dije basta. Y hubo lágrimas, sí , 
tuyas y mías; pero sobrevivimos ambas. Y ya pasé de ser teta a ser mamá,
 la que te arropa y la que te duerme cantando, o con cuento, o con 
historias, o contando estrellas u ovejitas... Entre 
lloriqueos y lagrimillas, mientras tus manitas buscan el contacto de mi
 pecho.
Pasarán los días y ya no nos acordaremos, y
 solo recordaremos nuestras miradas, nuestras sonrisillas y juegos 
mientras mamabas, tus sueños en mis brazos. Mi pecho fue tu alimento y 
mucho más... Con eso me quedo. Haberte dado el mejor regalo a través de mí.
Lloro sí, pero en parte de pena y en parte de 
alegría. Por haber decidido yo. Por las lágrimas... Pero también por 22
 meses. Por casi 2 años. Creo que sí, que podemos felicitarnos, que no lo hemos hecho nada mal. 
Comienza un nuevo año. Y para nosotras, otros nuevos retos que superar. ¿No te parece, pequeña?
Te quiero, 
Mamá
Lorena González 
No hay comentarios:
Publicar un comentario