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sábado, 23 de febrero de 2019

Lágrimas de leche artificial

Hoy te he tenido frente a mí. Hoy has acudido en busca de respuestas. Hoy he sentido que tú, con cualquier nombre y procedente de cualquier lugar, eras reflejo de lo que algunas mujeres sienten y me he sentido estremecer.

Hoy he podido observar cómo brotaban las lágrimas por tu cara. Cómo se deslizaban por tu rostro transmitiendo tristeza sin mediar palabra. Y tu gesto, lleno de dolor. De ése dolor que lastima por dentro, luchando contra esa angustia que amarra cada palabra anclándola en cada intento de llanto ahogado.

Hoy he podido intuir en tus palabras y en tu voz quebrada, a través de cada mirada traspasándome mientras vomitabas tus sentimientos, que nadie te dijo que tus pechos no solo son proveedores de leche y no solo son fuente de alimento.

Hoy he podido sentir en mis entrañas cómo cada biberón de leche artificial que le das a tu hijo es un arañazo a tu ego de madre. Hoy he sentido impotencia cuando dudabas de tu capacidad para ser la madre de tu hijo, cuando me contabas que te sentías madre sólo a medias. Ése hijo que has gestado y has parido tú y sólo tú, en un parto duro y demoledor física y anímicamente. Un parto que aún hoy ha dejado secuelas en ti.

He podido atisbar entre todas las sombras que oscurecen tu día, que la luz sigue en ti pero algo no la deja brillar. Y por eso hoy quiero decirte algo...

No te castigues por llorar. Deja que cada lágrima fluya y arrastre consigo esa culpa injusta que te empuja sin piedad hacia el fondo. Piensa en esas lágrimas como en una liberación, déjalas brotar, déjalas atrás. Date permiso y deja florecer las emociones, indaga en ti y perdónate porque es condición humana. Libérate de esas cadenas y comprende que tus pechos no sólo son fuente de leche.

Tus pechos son calor, tus pechos son protección, tus pechos son abrigo y calma. 


No te castigues por flaquear, por precisar sostén. No ocultes tu duelo, y vívelo, porque de él renacerás. No te sientas madre a medias, porque madre ya eras antes de engendrar. Desde el mismo momento en que algo despertó en ti el sentimiento de traer un nuevo ser a este mundo. No dejes que el hecho de querer secar tus pechos te castigue y te persiga, porque sólo tú sabes qué hay detrás de eso.

No te lastimes más y arranca ese sentimiento de culpa y pesar. Ama a tu hijo y siente cada instante que pasas con él como si fuerais los dos únicos seres del mundo, porque realmente lo sois. Sois vosotros los que estáis ahí y ahora. Al margen del alimento que le brindes así es. Porque lo que realmente necesita es que te despojes de esa culpa y respires cada momento.

Porque tus pechos no solo son proveedores de leche. Tus pechos son calor, tus pechos son protección, tus pechos son abrigo y calma. Sólo una mínima parte de ti y del camino que os queda por recorrer juntos. 


Verónica Saseta

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