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jueves, 25 de noviembre de 2021

Violencia obstétrica, algo más que una moda


Hoy es 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. 

Desde La Buena Leche queríamos acercarnos y acercar a nuestras lectoras a la violencia obstétrica, considerada una forma de violencia contra las mujeres de la que aún no se conoce mucho.

Según la OMS, la violencia obstétrica es aquella que sufren las mujeres durante el embarazo o el parto al recibir un maltrato físico, humillación y abuso verbal, o procedimientos médicos coercitivos o no consentidos.

A pesar de que un amplio porcentaje de sanitarios afirma que no existe violencia obstétrica en nuestra sociedad, un 67,4% de las mujeres en España afirma haberse visto envuelta en una situación que podríamos definir como tal.

Desde el mismo momento en que escuché por primera vez a una mujer, mi madre, contar su experiencia y finalizar la narración diciendo “es que antes se hacía así”, saltó en mi cabeza una alarma que me decía que a lo mejor se hacía así, pero que eso no podía ser lo normal. Y vaya, resulta que sí, que es lo normal, porque hemos normalizado esas prácticas. Porque sigue ocurriendo 34 años después. Porque las mujeres seguimos siendo víctimas de un problema que es global y sistemático. Se nos falta al respeto, se aprovechan del sentimiento de culpa, se nos habla de forma poco adecuada y en muchas ocasiones no se respeta nuestro cuerpo como debería ser respetado.

¿Los profesionales que nos atienden ejercen esta violencia de forma consciente? Pues es posible que no, es posible que cuando la matrona del centro de salud te dice “Con ese peso a ver como ayudas a tu hijo a nacer”, probablemente crea firmemente que te está ayudando o lo hace bajo la convicción total de que está haciendo su trabajo, pero tenemos que acabar con esto.

La OMS considera que la tasa ideal de cesáreas llevadas a cabo debería estar entre el 10% y el 15% de los partos atendidos. Sin embargo, las cifras nos dicen algo muy distinto: en Cantabria prácticamente se supera en un 7% esa cifra (en hospitales públicos) y nos enfrentamos a un porcentaje de alrededor del 40% en hospitales privados.

¿Qué significa esto?

Que se están llevando a cabo prácticas innecesarias con nuestro cuerpo y , cuando se llevan a cabo, estas prácticas se perpetúan con la excusa de que es por nuestro bien y el de nuestros bebés.

¿Deberían desaparecer las prácticas médicas de este tipo?

Rotundamente no, tanto las cesáreas, como las episiotomías, como los partos instrumentales, son prácticas absolutamente necesarias, pero hay que tener muy claro cuándo hay que hacer uso de ellas, y por qué razones.

En el momento en que se piden explicaciones, se interponen denuncias o simplemente “nos atrevemos” a comentarlo con el personal sanitario, las respuestas que recibimos refieren que las mujeres percibimos violencia donde no la hay, que es posible que no hayamos entendido que el procedimiento es el necesario, que no tenemos la edad adecuada... es decir, la culpa es nuestra. Tenemos la necesidad urgente de hacer entender que, cuando se nos practica una maniobra Kristeller*, se está ejerciendo violencia, cuando se nos atan las manos para realizarnos una cesárea, se está ejerciendo violencia, y cuando se nos realiza una episiotomía** (de forma injustificada) se nos está mutilando genitalmente. Por lo tanto, podríamos afirmar que estamos ante un tipo más de violencia de género.

Y es posible que ésta sea la razón por la que al personal sanitario, y a los órganos encargados de terminar con estas prácticas les cueste tanto reconocer su existencia, porque asumir que se está ejerciendo violencia de género en una profesión que tiene que mirar por nuestra salud, no debe ser nada fácil.

La autora Esther Vivas nos anima a cambiar el concepto de embarazo y parto como principio para acabar con este tipo de violencia: "Tenemos que cambiar este imaginario, concebir el embarazo y el parto como procesos fisiológicos y normales, no como patologías. Existen asociaciones como El Parto es Nuestro o Dona Llum que están trabajando mucho en este ámbito y han conseguido avances muy significativos". Y apunta con firmeza: "Para revertirla se pueden hacer varias cosas: para empezar hay que reconocer que la violencia obstétrica existe; hay que crear alianzas con los profesionales de la salud para avanzar hacia un tipo de parto respetado, y hay que incorporar una perspectiva de género y feminista en la formación del personal sanitario".

Marta Busquets, abogada y activista, lucha por visibilizar y concienciar a las mujeres sobre violencia obstétrica y cómo combatirla, a partir del conocimiento de los propios derechos sobre el parto. La jurista escribió su libro Mi embarazo y mi parto son míos basándose en los testimonios de mujeres que no se habían sentido respetadas en su parto y protagoniza, junto a Esther Vivas y otras muchas profesionales y activistas, un movimiento que está levantando ampollas. Como toda lucha incipiente, que remueve los cimientos machistas sobre los que nuestra sociedad, cultura, educación y sanidad están basados, el reconocimiento de esta violencia no está siendo un camino de rosas y mucho menos la lucha para su erradicación. Nos quedamos, para terminar, con las certeras palabras de Busquets "Es importante nombrar la violencia obstétrica, muchas mujeres no saben que la han sufrido", confiando en que lo que se nombra y se lucha, acaba por terminarse. Al menos, desde esta asociación que defiende el quererse y tratarse bien, ese es nuestro deseo.


Annia González Horta y Laura Martínez Cobo para la Asociación La Buena Leche


* La maniobra de Kristeller consiste en ejercer presión sobre el abdomen de la mujer con el supuesto fin de favorecer la salida del feto. La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, en sus recomendaciones de 2007, afirma que la maniobra de Kristeller está contraindicada para facilitar el descenso del feto. Esta maniobra puede causar a la madre traumatismos que van desde hematomas y dolor en las inserciones musculares y fractura de costillas hasta rotura del útero e inversión uterina, que pueden provocar a su vez hemorragias graves y, en casos extremos, conducir a la extirpación del útero. En cuanto al bebé, también puede producirle traumatismos y lesiones como las del plexo braquial, que provocan la parálisis de Erb.(Fuentes: El País y El Parto es Nuestro).

** Una episiotomía es una incisión que se hace en el perineo (el tejido entre la abertura vaginal y el ano) durante el parto. Aunque el procedimiento antes era una parte rutinaria del parto, ese ya no es el caso.

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