Era verano.
Mi hija tenía un vestido de color fucsia que le encantaba, que lo llevaba sin chaqueta para poderlo lucir mejor.
Una noche salimos a cenar por ahí. Ella iba muy emocionada con su vestidito rosa, dos coletas con gomas rosas, horquillas rosas y sandalias rosas.
Por si el calzado le hacía daño, llevábamos unos calcetines...por supuesto, rosas.
Habíamos recorrido tres pasos y ya se quejó de los pies. Cuando le puse los calcetines, a su padre le hizo mucha gracia cómo quedaban y comentó:
- “bueno, bueno, pero si pareces la chica de Greasse”.
- “papá ¿cómo dices que de GRIS, ¡ si voy entera de ROSA !"
Una noche salimos a cenar por ahí. Ella iba muy emocionada con su vestidito rosa, dos coletas con gomas rosas, horquillas rosas y sandalias rosas.
Por si el calzado le hacía daño, llevábamos unos calcetines...por supuesto, rosas.
Habíamos recorrido tres pasos y ya se quejó de los pies. Cuando le puse los calcetines, a su padre le hizo mucha gracia cómo quedaban y comentó:
- “bueno, bueno, pero si pareces la chica de Greasse”.
- “papá ¿cómo dices que de GRIS, ¡ si voy entera de ROSA !"
EVA, 4 AÑOS
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